lunes, 22 de mayo de 2006

Una de las "pruebas" más importantes de la llegada de los extraterrestres

Aunque solo sea brevemente, quiero mencionar el célebre caso de aterrizaje ocurrido en Sanlúcar la Mayor (Sevilla), el 13 de marzo de 1975. Ese día, sobre las seis de la tarde, Manuel Mora Quesada, un joven de 16 años, fotografió un ovni que aterrizó cerca de un chalet y dejó huellas en el terreno.


La Gaceta del Norte, 30-9-1975

La Gaceta del Norte dedicó un par de sendos artículos al avistamiento (sólo dispongo del segundo, publicado el día 30 de septiembre de 1975). En 100.000 kilómetros tras los ovnis (realismo fantástico nº 72, Plaza & Janés, Barcelona 1980) J.J. Benítez escribe a propósito de este caso:

“...La más importante prueba –repito- de los últimos años sobre la tremenda y abrumadora presencia de estos seres del espacio en nuestro viejo planeta...” (Pág. 201-202)



Sobre esta observación no me voy a extender porque en su día ya se realizó una encuesta detallada que reveló lo que realmente ocurrió. Una información completa del evento pueden encontrarla ustedes en: Investigación ovni, “Una farsa en cuatro actos: Las fotos de Sanlúcar la Mayor”, pág. 171-186 (Plaza & Janés, Barcelona 1984) de Vicente-Juan Ballester Olmos.


En el citado trabajo se concluye que el ovni fotografiado era la tapa de un cubo de la basura lanzada al aire y las huellas, que dejó la “nave” en el suelo, fueron hechas por el joven testigo.

Este caso resulta muy ilustrativo y da una idea de cómo eran realizadas las pesquisas que publicaba el diario bilbaíno, sobre los ovnis, en aquella época.

viernes, 12 de mayo de 2006

La "nave" de Las Caletas (Lanzarote)

La Gaceta del Norte, del día 25 de septiembre de 1975, volvía a sorprender con un impresionante caso ocurrido muy cerca de Arrecife (Lanzarote, islas Canarias). El incidente ocurrió un día indeterminado del mes de abril del año 1974 y duró más de dos horas. Los observadores, dos matrimonios, vieron (según la noticia de prensa), desde un chalet ubicado en la orilla del mar, la “típica nave con forma de plato”. La observación se inició hacia las 4 de la madrugada y se prolongó hasta el amanecer, momento que el “ovni” aprovechó para desaparecer.

A continuación transcribo algunos de los textos más significativos de la crónica de prensa:

“En aquellas fechas, don Juan Antonio Myro, se encontraba en la isla dirigiendo la construcción de una gigantesca urbanización que su Empresa prepara a las afueras de Arrecife...
-Creo que serían las cuatro menos cuarto o las cuatro cuando el matrimonio que habitaba el piso de abajo nos llamó alarmado. Era realmente curioso. La mujer había tenido necesidad de ir al baño y al cruzar por la terraza observó una luz muy rara e intensa a poca distancia de la casa y sobre el mar...
(la letra en negrita es mía)


La Gaceta del Norte, 25-9-1975

-¿Y cómo era aquella luz?
-Como un plato. La luz era blanca y fortísima. Recuerdo que iluminaba el mar.
-¿A qué altura podía estar?
-No sabría precisarle, pero mucho más baja que la que alcanzan normalmente los aviones comerciales.
-¿Y se movía?
-No. Permanecía quieta. Inmóvil. Lo que sí observamos fue unas oscilaciones en su luz. Era como si se alargara y comprimiera rítmicamente.

-¿A qué distancia estaría de la casa?
-Primero se acercó bastante. Después –y al encender nosotros de golpe todas las luces del chalet- se alejó un poco y quedó como a unos 500 metros. (Dato muy poco fiable. Si se desconoce el tamaño real de un objeto, resulta difícil calcular a qué distancia está.)


La Gaceta del Norte, 25-9-1975

-Así que ustedes prendieron de golpe toda la iluminación de la casa...
-Sí. Y el efecto fue instantáneo. “Aquello” se alejó un poco. Pero siguió fijo, algo más
allá. (En total oscuridad, las luces exteriores se ven bien. Pero encendiendo de golpe toda la iluminación de la casa, la visibilidad del exterior disminuye, sobre todo si estamos mirando a astros brillantes del cielo nocturno. Una disminución del brillo de la extraña luz es interpretada como un alejamiento.)

-El ingeniero tomó papel y lápiz y me dibujó el “ovni”. Se trataba, efectivamente, de una nave típica ya en multitud de avistamientos. Su forma era circular. Algo más pequeño que la Luna.

...-¿Hacía algún ruido?
-No. Era totalmente silencioso. Aquello, indudablemente impresionaba. Mi mujer y el otro matrimonio lo estuvieron viendo durante más de dos horas. Yo, que me encontraba muy cansado, me acostaba y me levantaba a ratos. Y cada vez que me asomaba a la ventana allí seguía, inmóvil y brillante.


...El “ovni”, en efecto, iba a permanecer frente a la casa del ingeniero de Caminos durante más de dos horas. Concretamente hasta el amanecer.
-A eso de las seis y pico de la mañana –continuó don Juan Antonio Myro- aquello comenzó a alejarse hasta perderse de vista...

En esta ocasión, un estudioso del tema hizo algunas pesquisas y habló con uno de los observadores del evento. En un trabajo de Ricardo Campo, “El fenómeno OVNI en Canarias” (Cuadernos de Ufología, 19-20, 2ª época, 1995. Pág. 74-117), podemos leer:

“...Para recabar la mayor cantidad posible de información me puse en contacto a través de Pedro Redón con Guillermo Cacharón, socio del CEI, (al que agradezco su colaboración) que en su día tuvo la oportunidad de conversar con el testigo principal, el cual rellenó un cuestionario especializado que conservo en mi expediente del caso.
Entre los elementos de extrañeza que figuran en el formulario, destaca el tamaño de la luz pues se la compara con el de la Luna llena
(en la noticia publicada por La Gaceta del Norte se indica que el tamaño de la luz era inferior al de la Luna), extremo que no se cita en la obra mencionada (se refiere a: “100.000 km tras los ovnis”, de JJ Benítez) y tampoco en la comunicación mantenida con Cacharon (septiembre 1994), para quien lo observado –después de mantener entrevista personal con el testigo en 1979- se trató simplemente de un planeta o brillante estrella (la letra en negrita es mía) al que el “efecto lupa” de la atmósfera dotaba de un brillo espectacular; en ningún momento el testigo afirmó que el objeto luminoso se acercara al chalet, solo que reverberaba y resplandecía. Esta descripción sí encaja perfectamente con la explicación que M. Borraz ha asignado al caso: la observación del planeta Venus, y que ya parecía delatar el diálogo que anteriormente he reproducido...” (pág. 81)

“...Por tanto, se puede proponer como fecha posible de la observación el 14, 15 ó 16 de abril de 1974, ya que en ese intervalo los dos planetas (Venus y Júpiter) estaban muy cercanos y brillantes y con un ángulo de elevación sobre el horizonte muy bajo en las horas citadas, moviendo a confusión a los sorprendidos testigos.” (pág. 82)

Efectivamente, durante las madrugadas de ese mes de abril el planeta Venus asomaba por el este con un espectacular brillo (magnitud –4.3). Le seguía, un poco después, Júpiter (magnitud –2.1) que el día 15 estuvo en conjunción con el lucero de alba.

Como hemos visto, hay numerosos elementos en el relato de prensa (resaltados en negrita) que apuntan a una confusión con el citado planeta: La dirección de observación, la inmovilidad de la “rara luz”, el brillo, color, ausencia de sonido, tamaño aparente, duración, etc.

Durante la observación del “ovni” (que era perceptible, aproximadamente, hacia el este) Venus era visible a poca altura sobre el mar y en la misma dirección que la “extraña luz” (ver mapas).



Por ejemplo, el día 9 de abril a las 4:39 horas (GMT) el lucero del alba tenía un azimut de 282º 58’ (visible por el E) y brillaba inmóvil a poca altura sobre el mar (a unos 3º de elevación).


Después de dos horas de observación empezó a amanecer y, como es lógico, el astro iba perdiendo luminosidad hasta que dejó de verse y fue interpretado como que desapareció.

Conclusión: La “nave extraterrestre” era el ¡planeta Venus!