En el caso 109 de Wonders in the Sky se relata que unos fenómenos luminosos acompañaron a una cruz de dos brazos traída por una entidad, que es interpretada como un ángel, a la ciudad de Caravaca (Murcia) el 3 de mayo de 1232. Entidad asociada a un fenómeno aéreo.
Traducción:
3 de mayo de 1232, Caravaca, España
Luces, y un "ángel" trae una cruz
Fenómenos luminosos acompañan a una cruz de dos brazos aparentemente traída aquí abajo por una entidad que se supone es un ángel. El contexto religioso que rodea la observación le ha permitido sobrevivir como una leyenda, contada por varios autores. Tradicionalmente, se considera que el más acreditado de ellos es el franciscano del siglo XIII Juan Gil (Egidio) de Zamora. Relata que la cruz fue llevada dentro de la iglesia por dos ángeles.
El
paradero actual del objeto es igualmente incierto. La cruz que se puede ver hoy
en el santuario de Caravaca es una copia, siendo robada la original en 1934,
probablemente por una secta.
Fuente: Clara Tahoces, "Caravaca, ¡Qué Cruz!" Más Allá 127 (septiembre 1999). (El resaltado es nuestro)
Para empezar, no hay ninguna mención a luces, fenómenos aéreos ni a entidades no humanas en la primitiva versión de la leyenda, aparentemente de origen medieval.
Los dos ángeles que habrían traído la "Vera Cruz de Caravaca" (no uno solo) fueron añadidos posteriormente. Aparecen citados por primera vez en una obra del canónigo Antonio de Honcala (1546), si bien ya aparecen representados en torno a 1520 en una de las tablas al óleo que el pintor Hernando de Llanos dedicó a ilustrar distintas escenas relacionadas con la aparición de la cruz. Imagen tomada de aquí.
Resulta
confusa la referencia inicial a "un" ángel o "una" entidad
cuando luego se mencionan "dos" ángeles (el número correcto en las
versiones más recientes de la leyenda que hablan de ángeles).
Sembrar dudas ahora calificándolos de "supuestos" ángeles está fuera de lugar, puesto que quienes los introdujeron en la leyenda -con el pincel o la pluma- lo hicieron pretendiendo que fueran inequívocamente ángeles "auténticos".
No se trató de una observación real que fue interpretada en un "contexto religioso". Desde un principio fue una leyenda religiosa que pretendía "explicar" el origen de la reliquia, un relato que se fue enriqueciendo con el tiempo (Fuente, 1886; Sánchez, 2001).
En definitiva, sin fenómenos aéreos, ni luces, ni (originalmente) "entidades" no hay justificación para incluir este caso en el libro Wonders in the Sky. Este argumento basta para zanjar el tema. No obstante, seguidamente comentaremos algunos de los detalles que se mencionan.
El autor más acreditado, por antigüedad, sería el franciscano del siglo XIII Juan Gil de Zamora (Fray Egidio), como se indica en el libro, si no fuera porque los textos que se le atribuyen sobre este asunto no son auténticos. Sólo hubo constancia de ellos a través de un probado falsario, el jesuita Jerónimo Román de la Higuera (ver, por ejemplo, Marín, 2017, pp. 98-102), que su coetáneo Juan de Robles Corbalán tomó como fuente fiable al escribir su famosa obra sobre la aparición de la Cruz de Caravaca y sus milagros (Robles, 1615). Puede decirse que dicha obra del siglo XVII acabó de conformar la tradición tal como la conocemos actualmente.
Sorprende que sea necesario hacer las anteriores puntualizaciones al texto de Vallée y Aubeck cuando la referencia en la que se basaron para escribirlo ya mencionaba tanto el problema de las fuentes relacionadas con Gil de Zamora como la incorporación tardía de los ángeles a la leyenda. Nos referimos al artículo de Clara Tahoces "Caravaca, ¡Qué Cruz!" Más Allá 127, (septiembre 1999) que, con mínimas variaciones respecto a lo publicado en la revista, puede leerse aquí. Tampoco hay rastro en dicho artículo de fenómenos luminosos asociados a la aparición de la cruz en el siglo XIII.
Por último, hay que hacer algunas puntualizaciones sobre la fecha indicada (3 de mayo de 1232). No es casualidad, pues el simbolismo es obvio, que coincidiera con la tradicional fiesta de la Invención de la Santa Cruz del 3 de mayo, en conmemoración del hallazgo en Jerusalén por parte de Santa Elena, madre del emperador Constantino, de la verdadera cruz de Jesucristo.
En
cuanto al año, en ocasiones vemos citado 1231, como consignó Robles en su obra
de 1615 basándose en la cuestionable información aportada por Román de la
Higuera. Un siglo más tarde, Martín de Cuenca Fernández Piñero afinó la
interpretación de las mismas fuentes –que tampoco puso en duda− concluyendo que
la aparición tuvo lugar un año después, en 1232 (Cuenca, 1722, libro III, cap.VI). Hoy seguimos encontrando mencionados ambos años.
Referencias
Honcala, Antonio de (1546). Antonii Honcalae Yanguensis sacrae theologiae magistri, abulen, canonici pentaplon christianae pietatis interpretatur autem pentaplon, quintuplex explanatio. Lib. III, cap. LVII. Ionannes Brocarius (Juan de Brocar), Compluti (Alcalá de Henares).
Ver traducción al castellano del pasaje
relativo a la aparición de la cruz de Caravaca en Robles (1615), lib. I, cap.X.
Fuente, Vicente de la (1886). La Santa Cruz de Caravaca. Boletín de la Real Academia de la Historia, tomo 9, pp. 319-334. R. A. H. (Madrid).
Sánchez Romero, Gregorio (2001). Ensayo histórico sobre el acontecimiento religioso de la Vera Cruz de Caravaca y su santuario. Murgetana, Nº 104, pp. 43-89. Real Academia Alfonso X el Sabio (Murcia).
Marín Ruiz de Assín, Diego (2017). Los falsos cronicones en la historiografía murciana de los siglos XVII y XVIII. Murgetana, Nº 136, pp. 85-114. Real Academia Alfonso X el Sabio (Murcia).
Robles Corbalán, Juan de (1615). Historia del mysterioso aparecimiento de la Santissima Cruz de Carabaca e innumerables milagros que Dios Nuestro Señor ha obrado y obra por su deuocion. Imprenta de la viuda de Alonso Martín (Madrid).
Cuenca Fernández Piñero, Martín de (1722). Historia Sagrada de el compendio de las ocho maravillas del mundo, del non plus ultra de la admiración y del pasmo, de el emporio, donde se hallan los portentos mas singulares: de un lignum-crucis, que se compone de cuatro brazos: de la quinta esencia y mas principales partes del Sacrosanto madero y dulce leño, en que murió el Rey de los Cielos y de la Tierra, y el segundo Adan, nuestro redentorJesucristo: de la Santisima Cruz de Caravaca. Imprenta de la viuda de Juan García Infanzón (Madrid).