viernes, 18 de junio de 2021

Sobre el humanoide que se coló en una instalación militar

El pasado día 13 de mayo, DMAX emitió el documental "Ovnis y militares", de la serie Extraterrestres: están entre nosotros, presentado por el periodista Lorenzo Fernández Bueno. En el mismo, se expuso un incidente espectacular ocurrido en el interior de una base militar española.

Según el reportaje, un OVNI fue visto sobre el Escuadrón de Vigilancia Aérea nº 4 (EVA 4), ubicado en Roses (Girona), en la noche del 25 de marzo de 1971. Cuando desapareció, un humanoide (al parecer, relacionado con el OVNI) penetró en la instalación militar y fue repelido a tiros por dos soldados de guardia. El extraterrestre, en su huida, reventó la primera verja metálica que delimitaba la base. A falta de un enlace a dicho programa, pongo este video tomado de Twitter.

Jesús Jofre Milá, testigo principal, relatando el incidente en DMAX

En la publicidad mediática que se hizo de la serie unos días antes de su emisión se señaló, entre otras cosas:

El escritor, periodista y divulgador Lorenzo Fernández Bueno regresa a DMAX para liderar esta nueva investigación que permita hallar las pruebas definitivas para esclarecer la verdad sobre la presencia de OVNIS y de supuesta vida extraterrestre mucho más cerca de lo que podemos imaginar. [...] Desde una perspectiva rigurosa y aportando datos, ‘Extraterrestres, ellos están entre nosotros’ ofrece una información documentada y contextualizada de estos sucesos, y es la serie más completa que jamás se ha realizado sobre la historia de los OVNIs en España (El Confidencial, 7 de abril de 2021). (El resaltado es mío)

Como la historia me llamó la atención, me puse a buscar información sobre la misma y resulta que hay documentación relevante que se soslayó en la emisión de DMAX.

Por ejemplo, la trayectoria vital de Jesús Jofre a partir del incidente de 1971 (contactismo, Nueva Era, etc.). En este enlace se puede ver su curriculum. Además, ha publicado un libro relatando la historia ocurrida en el recinto militar y su posterior andadura mística. La primera versión se titula: CONTACTO OVNI mi experiencia personal y en el año 2014 una segunda versión, ampliada, titulada Contacto con Sharhim: Un ser de quinta dimensión. En los enlaces se puede acceder al prologo, introducción y principio del libro.

 

Otra información, en mi opinión importante, que por lo visto también se les olvidó mencionar a los autores del documental es que, esta historia ya se publicó hace cuarenta y nueve años. Concretamente en la revista Algo, nº 193, de enero de 1972. Antonio Ribera, en Los doce triángulos de la muerte, pp. 119-123 (1976), también cita el caso basándose en el artículo de Algo.

Gracias a Vicente-Juan Ballester Olmos dispongo de toda la información del incidente que tiene en sus archivos. Además del mencionado reportaje de Algo, hay, entre otros datos, un informe del IIEE y otro del CEI (investigaciones de primera mano realizadas en abril de 1971 y en 1979). Gracias también a Manuel Borraz por facilitarme un trabajo sobre el suceso que desconocía. Se trata de un artículo de Emma P. Rodríguez, El cas de l’humanoide del Puig Peni demarç de 1971, publicado en Nous Papers d'Ovnis, nº 5 (diciembre 2018), CEI, pp. 32-68.

El trabajo de Emma P. Rodríguez es crítico, muy completo y resulta esclarecedor.  Aparte de difundir dicho artículo, poco más puedo añadir sobre el caso. De todas formas, intentaré exponer la información relevante que hay sobre el mismo para mostrar si los hechos relatados son tan extraordinarios como se contaron en la emisión televisiva.

Versión actual de Jesús Jofre

Empezaré con un resumen del suceso tal y como lo cuenta actualmente Jofre en sus libros y entrevistas. En la noche del 25 de marzo de 1971, un OVNI es visto sobre la base militar (observado por Jofre, Alberto y Lalo). Cuando "la nave" desapareció, Jofre vio un resplandor verde tras las casetas de microondas. 

 
El OVNI sobre el EVA 4 (Jofre, 2014) 

Se acercó con Alberto, que llevaba al perro Fiero sujeto con una correa (por lo visto, Lalo se fue al cuerpo de guardia para ver si se había detectado algo en el radar). Un extraño parloteo invadió la mente de Jesús y a continuación, oyeron un ruido como de alguien que se acercaba a ellos. La oscuridad era total y no se veía nada a cinco o seis metros. Al fin, pudieron distinguir una figura humana muy alta, de 2,20 metros, que se les echaba encima.

(Jofre, 2014) 

Cuando estaba a unos pasos de los testigos le dieron el alto y como no hizo caso, le "cosieron" a tiros con un cetme y una pistola. El humanoide dio media vuelta y salió huyendo. Se escuchó un golpe fuerte contra la valla metálica y luego silencio. Al inspeccionar la cerca encontraron que faltaba un trozo, como si alguien la hubiese reventado al chocar contra ella, y los bordes estaban negros, parecían como chamuscados. 

El humanoide dentro de la base militar (Jofre, 2014)

Mientras explicaban lo sucedido a sus compañeros, Lalo les advirtió de que el OVNI había aparecido de nuevo. Todos vieron como "la nave" descendía a gran velocidad hacia el mar dejando una breve estela. Lalo, que estaba en una posición más avanzada, vio como la bola de luz se estrelló contra el mar como un gran flash, que le cegó.

El radar no detectó la presencia del OVNI. Por lo visto, nadie les creyó pero en la noche del 27 de marzo, un OVNI similar al de la noche del 25 apareció estático en el cielo durante tanto tiempo que toda la guarnición pudo observarlo. En la noche del 29, el OVNI volvió a aparecer.

Miguel Pedrero publicó un artículo sobre el caso: Ovnis y 'extraterrestres' en una base militar española, soldados disparan contra un humanoide, en la revista Año Cero, nº 229, agosto 2009. 

Cuenta la misma historia y pone nombre a dos testigos: Anselmo P. y Luis Solá. Termina el artículo señalando que los ovnis regresaron a la base en 1991, concretamente en la madrugada del 13 de septiembre. El informe fue desclasificado por el MOA en 1996 y se puede leer aquí. Parece que el estímulo de la observación fue un proyector de luz de alguna discoteca de la ciudad. Al final incluye un texto, en un recuadro, que no tiene desperdicio: 

En este video, Iker Jiménez y Miguel Pedrero entrevistan a Jesús Jofre (año 2009) donde el relato del susodicho es idéntico. 

 

La versión en Algo

A continuación, la narración que hizo el testigo principal hace cuarenta y nueve años. En la revista Algo, nº 193, enero de 1972, se publicó un articulo titulado: Observaciones desde una base de radar, firmado por un tal Ficher. De la lectura de dicha reseña se deduce que Ficher era el seudónimo de  Jesús Jofre. 

 

En esta primera versión del testigo aparecen discrepancias significativas con el relato que hace actualmente. He subrayado las más relevantes en color verde. Por ejemplo, el perro se llama Narvik en lugar de Fiero y el destello que cegó a uno de los soldados, se produjo antes del tiroteo: 

Pedrero, en el vídeo enlazado más arriba (minuto 14:32) y en Año Cero, cuenta la visión del flash de la siguiente manera: "un objeto de grandes dimensiones, oscuro, que impactó contra el mar, contra la bahía de Rosas y generó una explosión luminosa enorme". Y dice que ocurrió al mismo tiempo, o después, que los disparos.

Jofre, en su libro, narra el incidente de esta forma, ubicándolo después del tiroteo: 

Siguiendo con el relato publicado en Algo, Ficher siente "como si el ambiente estuviese cargado de electricidad". En la versión actual es "ese extraño parloteo volvió a invadir mi mente". Y ahora viene lo más interesante, lo del humanoide:

Asimismo, no menciona nada sobre la verja metálica reventada. Termina el artículo refiriendo una serie de observaciones OVNI ocurridas en la base a lo largo del año 1971.

Versión del IIEE

Ficher señala que dos miembros del CEI de Barcelona acudieron a investigar atraídos por los rumores. Eran Ramón Navia y Alberto Vallés. Por lo visto, no entregaron el informe correspondiente a la asociación citada y poco después se marcharon de la misma fundando el IIEE. Doce años después publicaron un articulo en Espacio Compartido, 9, febrero 1983: Qué sucedió en Rosas...?

Apuntan que los acontecimientos ocurrieron el mes anterior a su visita. Por lo que resulta que la encuesta la realizaron en abril de 1971. No dan nombres ni fechas. Resumo los hechos recogidos por los dos ufólogos. A las 00:10 horas de un día indeterminado, los soldados estaban viendo la televisión y uno de ellos salió al exterior. Al rato, entró a la carrera en el barracón dando aviso de que fuera había un OVNI. Después, cuando el objeto luminoso desapareció:

Al mismo tiempo, se produjo una gran excitación en los perros y tuvieron que avisar al encargado de los mismos para que los calmase. Luego se dieron cuenta de que la puerta de la perrera miraba en la dirección donde se produjo el destello. "Durante esa noche, no se produjo ningún otro acontecimiento, pero se mantuvo una alerta especial, por si fueran reiterativos." (el resaltado es mío).

En noches sucesivas se repitieron las observaciones de extrañas luces que evolucionaban muy cerca de las instalaciones y que fueron confirmadas por oficiales y soldados de guardia durante esas fechas. Pero lo más destacable es lo que le ocurrió a un soldado en una de esas noches. 

Al día siguiente se efectúo una rastreo para esclarecer el extraño suceso. Examinaron la verja metálica por si algún animal estuvo merodeando por la zona  pero no encontraron ninguna huella ni rastros en la valla. Los perros se mostraron alterados después del tiroteo. No se hizo ninguna declaración oficial.

Versión del CEI

En 1979, Antonio Gudel y Diego Fuentes (del CEI) entrevistaron a uno de los testigos, Pedro Claret Llardó. El informe que realizaron está fechado el 13 de marzo. A continuación, un resumen de los acontecimientos según esta versión.

Hacia las dos de la mañana, Claret es despertado por el teléfono y le dicen que llame al sargento de guardia que en la cima del monte Pení sucedía algo anormal. Cuando subieron, el cabo de la Policía Aérea les explicó que habían visto un extraño objeto sobre los radares. Miraron hacia arriba y todavía pudieron verlo. Era un cuerpo que brillaba muchísimo.

Claret refiere el asunto de los disparos por el testimonio del propio afectado, el Policía Aéreo de guardia esa noche Anselmo Pi, y por el resto de componentes de la guardia:

A la mañana siguiente se revisó minuciosamente la zona y no encontraron ninguna señal o huellas de la misteriosa presencia ni de ningún animal. Se dieron cuenta, después de los hechos, que los perros ladraban de forma desacostumbrada y lo relacionaron con el incidente. El Sr. Claret declara que no hubo ninguna encuesta oficial.

Elementos discordantes que saltan a la vista

Resulta que el testigo principal no fue Jesús Jofre. Los testigos, entre los que se encontraban Jofre, Solá y Pí, explicaron a los encuestadores del IIEE y del CEI que fue Anselmo Pí el que realizó los disparos y, además, que estaba sólo.

IIEE y CEI (1971 y 1979) coinciden en que fue Pi el que vio el bulto después de salir de la garita a investigar un ruido extraño y no porque Jofre viera una luz verde, dato que el susodicho tampoco menciona en el artículo de Algo.

Según el IIEE, el flash que cegó a Solá ocurrió en una noche diferente a la de los disparos.

En la versión de Jofre en Algo y en las del IIEE y CEI se indica que no se encontró ninguna evidencia o huellas del supuesto bulto. Sin embargo, en la versión actual se dice que falta medio metro de valla, dato relevante que resulta incomprensible que no lo recojan las fuentes iniciales.

Según la versión actual, Anselmo Pi a la vez que disparaba su fusil  sujetaba al perro con la correa (que tiraría de la misma para ir a por el presunto intruso). Asunto complicado sólo con dos manos y en un momento de gran tensión emocional.

Conclusión

En las primeras versiones no se habla de humanoide. La descripción de Ficher en Algo es: "creí ver un bulto". En el informes del IIEE, Pi "tuvo la impresión de que había alguien o algo en las cercanías, al girarse observó un cuerpo oscuro de talla superior a la de un hombre normal". En el informe del CEI, Pi "tuvo la 'sensación' de una presencia física en la zona, viendo como un cuerpo oscuro de dimensiones superiores a las de un hombre [...] Aunque debido al estado anímico del centinela, y la precipitación de los acontecimientos no puede asegurarse objetivamente tales hechos...".

Es a partir del año 2009 cuando aparece en el relato un humanoide de más de dos metros de altura, embellecido con detalles como un cinturón con un emblema triangular luminoso. Además, el extraterrestre está dibujado a contraluz (ver boceto más arriba). Si la noche era de total oscuridad ¿como es posible que la figura estuviera a contraluz?

Por otra parte, en el trabajo de Emma P. Rodríguez, enlazado al principio, se señala: "Pero es que además, sabemos por soldados presentes en la base que la historia del humanoide es una adición moderna al relato de los hechos." 

De este enlace están tomados los dos comentarios que pongo a continuación. El número 12 corresponde a un militar profesional que prestó servicio en el EVA 4 en el momento de los acontecimientos.

  

Sin humanoide, esta historia se queda únicamente con una serie de observaciones de objetos luminosos en el cielo de un interés relativo ya que, la mayoría podrían ser confusiones con astros y meteoros. Precisamente, por esas fechas estaba en el cielo el planeta Júpiter, muy llamativo por estar cerca de su oposición (23 de mayo). Salía por  el ESE sobre las 0:10 horas.

Según el relato publicado en Algo, el OVNI que se vio a las 12:30 de la noche del 25 de marzo estaba "a la altura por donde aparece Marte". Si se interpreta como "en la dirección por donde aparece Marte", el planeta Júpiter estaba justo en esa dirección a la hora citada, con una coloración anaranjada por estar cerca del horizonte. Aunque Ficher menciona a Marte y conocía por dónde salía, parece ser que no estaba al tanto de la presencia nocturna de Júpiter.

La repetición de los avistamientos del OVNI durante varias noches, al parecer por la misma zona del cielo y con la misma apariencia, coinciden con las apariciones nocturnas de dicho planeta, que sería visible o no según la condiciones atmosféricas reinantes.

En el documental de DMAX, los ufólogos insistieron en que el incidente sigue sin desclasificarse y, por lo tanto, hay ocultamiento de lo hechos para no dar explicaciones de los mismos.

Vicente-Juan Ballester Olmos escribió, en el año 1989, al responsable del EVA 4 preguntando por la veracidad de los hechos. No recibió respuesta. En 1991 consultó al jefe de Seguridad de Vuelo del CGEA y custodio de los expedientes clasificados. No había ningún expediente con fecha 25 de marzo de 1971 en el EVA 4. En 1993, en plena desclasificación, escribió al jefe del MOA facilitando una relación de casos ovni presuntamente acaecidos en instalaciones militares. En dos ocasiones, el MOA solicito un rastreo de la información y del EVA 4 no hubo respuesta.

Los informes del IIEE y del CEI ya dicen que no se realizó ninguna encuesta oficial. Creo que lo más razonable es pensar que si no hay expediente desclasificado sobre el incidente es porque no hubo investigación alguna.

 

jueves, 3 de junio de 2021

Maravillas en el cielo (8): Caravaca, 1384

El caso número 131 de Wonders in the Sky trata sobre unas luces aéreas que acompañaron a la cruz de Caravaca durante su traslado a la aldea de Lorca y Totan, en el año 1384.


Vallee y Aubeck escriben lo siguiente:
En 1384, mientras la cruz de Caravaca era transportada desde el pueblo de Caravaca en Murcia al pueblo de Lorca y Totan, dos luces en el cielo acompañaron a los portadores de la cruz durante todo el viaje. No desaparecieron hasta que el objeto llegó a su destino [was in place].
Los citados autores dan como fuente el mismo artículo de Clara Tahoces en el que se basaron para tratar la aparición de la Cruz de Caravaca (ver entrada “Caravaca, año 1232”). En dicho artículo se dice (Tahoces, 1999):
...corría el año 1384, cuando se decidió el traslado de la cruz con motivo de una epidemia a Lorca y Totana. Se cuenta, -aunque hay quienes han querido obviar el hecho-, que durante el trayecto, dos luces de origen desconocido acompañaron a la reliquia sin desaparecer en todo el recorrido. Comenta sobre el particular Atienza que, los fieles, -quizás sin tenerlo en cuenta- realizan una ruta OVNI: “... Hoy la procesión sigue, según se dice, el mismo camino que en aquella ocasión...”.

Tahoces hace referencia al libro Guía de la España mágica de Juan García Atienza, que indica lo siguiente sobre la tradicional ceremonia caravaqueña del Baño de la Vera Cruz en agua (García, 1983; p. 301):

El origen de esta ceremonia se sitúa en un tiempo -fijado por los caravaqueños en 1384 con toda exactitud- en el que la Cruz fue llevada a Lorca y a Totana, donde se había producido una epidemia. Añade la gente que, durante todo el camino, tanto a la ida como al regreso, dos luces misteriosas acompañaron a la reliquia sin dejarla un solo momento.  Hoy, la procesión sigue, según se dice, el mismo camino que en aquella ocasión.

Para empezar, ¿qué diferencias hay entre el texto de Vallee/Aubeck y la fuente "original", es decir, el libro de Juan G. Atienza?

 

Hay un gazapo al considerar que el destino del traslado era "el pueblo de Lorca y Totan" en lugar de los pueblos de Lorca y Totana (que están separados por una distancia de unos 20 Km.). Por otro lado, García Atienza no especifica que las luces estuvieran "en el cielo", aunque el texto de Clara Tahoces ya habla abiertamente de OVNIs.

 

La mención resumida de la historia en Wonders in the Sky omite que el traslado de la reliquia fue motivado por una "epidemia" y que dio origen a la ceremonia del "baño del agua", perpetuada hasta nuestros días. En palabras de Atienza, que Tahoces cita textualmente en su artículo: "hoy la procesión sigue, según se dice, el mismo camino que en aquella ocasión".

 

¿Hay que entender que periódicamente vuelven a trasladarse en procesión con la cruz de Caravaca hasta Lorca y Totana en conmemoración del suceso? No, y aquí viene la sorpresa. La tradición no habla de un traslado de la reliquia a dichos municipios sino de su traslado en procesión, sin abandonar la propia localidad de Caravaca, para efectuar el Baño de la Vera Cruz en agua (ver, por ejemplo, este enlace). Fue agua así bendecida lo que se llevó después a Lorca y Totana para rociar los campos que estaban siendo afectados por una plaga de langosta.

 

¿Cuál es la fuente que utiliza García Atienza para respaldar su historia que, como acabamos de ver, es sumamente sospechosa? Se limita a decir "añade la gente", que Tahoces interpreta imaginativamente en su artículo como "se cuenta, -aunque hay quienes han querido obviar el hecho-".

 

Si echamos un vistazo a los autores de siglos pasados, que podrían (o deberían) haber escrito algo al respecto, tenemos a Robles Corbalán que cuenta la versión más difundida del origen de la ceremonia y no habla de las luces (ver libro II Capítulo XI).

... el principio que tuuo, segun lo declarò el dicho Fernan Lopez clerigo, de quien hemos hablado, fue que abra 231 años en el de 1384 con ocasion que en la ciudad de Lorca, y en la villa de Totana auía tanta langosta en aquel año que talaua los campos, viñas y huertas, de manera que era caso impossible con medios humanos poder librarse de tan gran mal, se determinaron a embiar personas de sus ayuntamientos a pedir al de Carabaca, y Vicario bañassen en agua la S Cruz, y se la diessen, en cuya fè esperauan en nuestro Señor tendria remedio aquella plaga, y se aplacaria su furia: hecho assi lleuaron el agua, y echandola por donde estaua la langosta, perecio toda dentro de tres dias y el daño fue muy poco en comparacion del que esperauan. Y desde entonces quedò la costumbre de mas de su ordinaria procession de bañarla en la forma que queda dicho, para que los naturales, y forasteros coxan de aquella agua, como lo hazen, y rocien los frutos de sus heredades, para preseruarlos de semejantes calamidades, y los aumente la diuina bondad con aquellas aguas santificadas, (como lo refiere Oncala) con el toque de la santissima Cruz.

 

Posteriormente, Martín Cuenca contaría lo mismo pero añadiendo una versión alternativa -que podríamos calificar de delirante...- que sí incluía luces (Cuenca, 1722; pp.263-264).

Pero otros Autores sienten mejor, y dizen que vna noche vispera de la Invencion de la Cruz, à cosa de media noche se viò salir de la torre donde la Santissima Cruz estaba, vn muy gran resplandor de luzes, y en medio de ellas estaba la Soberana Cruz: admiradas quantas personas lo vieron, repararon que dicha Sagrada Cruz fue por el lugar, y por las calles que aora se acostumbra llevar a bañar, y llegada al sitio que hemos dicho de el bañadero, se entrò por tres vezes en el agua, y hechos estos tres baños, se bolviò con el mismo acompañamento de luzes, y resplandores à su real Capilla, observandose desde entonces el bañarla en dicho sitio todos los años.

Por “víspera de la Invención de la Cruz" (la de Jerusalén) hay que entender la víspera de un 3 de mayo, de un año sin especificar. La fuente de Cuenca era Mata, según indicaba al margen en su libro. Concretamente, se trataría de una obra manuscrita de Damián de Mata de 1623, que no se ha conservado (Pozo, 2011).

 

Aunque Cuenca no concreta el número de luces, ¿sería esta última historia la que inspiró en parte la versión recogida por García Atienza? Sospechamos que sí, pero no la hemos encontrado en otros autores.

 

En cualquier caso, volviendo al sucinto relato publicado en Wonders in the Sky, podemos concluir que:

  

No hubo ningún traslado de la cruz a Lorca y Totana.

 

La única mención de luces en relación con un traslado de la cruz aparece en un relato obviamente fantasioso, en el que ésta abandonó por sus propios medios la torre en la que se encontraba para ir a darse un baño. 

 

Otros sucesos

 

Vallee y Aubeck terminan señalando que hay otras historias mágicas relacionadas con la cruz de Caravaca: “Hay leyendas sobre cómo se ‘teleportó’ de un lugar a otro y cómo atrajo fenómenos luminosos en más de una ocasión”. Nos detendremos en estos últimos, de los que conocemos al menos cuatro ejemplos.

 

El 7 de noviembre de 1591, alrededor de las 19 horas, en la oscuridad de una noche sin luna, sobrevino una gran tormenta que llegó a causar daños materiales en viviendas de la localidad.

Al comenzar la tormenta, algunos vecinos observaron, encima del chapitel de la torre del castillo donde se encontraba la capilla de la Vera Cruz, “mucha luz que pareçia aber candelas ençendidas y otra luz en medio dellas, mayor y mas respladeçiente que las demas”. Pensaron que se debía a la presencia del capellán de la Cruz y sus acompañantes que habrían acudido a la torre para conjurar la tormenta. Pero al día siguiente se enteraron de que no fue así, por lo que supusieron que la propia Cruz habría subido milagrosamente a lo alto de la torre para protegerlos de la tempestad

La torre en cuestión se encontraba donde hoy en día está la capilla mayor de la que forma parte el presbiterio del actual santuario de la Vera Cruz.

 

El gobernador y justicia mayor de la villa se adhirió a dicha explicación sobrenatural tras abrir una investigación del suceso e interrogar a varios testigos, cuyos testimonios fueron recogidos en un acta con fecha del día siguiente. El acta original ya no se conserva pero existe una copia, realizada justo dos meses después, en la Sección de Manuscritos de la British Library de Londres. El asunto ha sido tratado en la Revista de las Fiestas de Caravaca (Pozo, 2007) y en diversos medios (estas líneas se basan en Fernández, 2013).

 

Junto al capellán, que negó haber acudido al castillo, declararon diversos vecinos que observaron las luces desde tres lugares distintos (señalados como A, B y C en el mapa adjunto):

A) El fenómeno fue observado por un escribano y su familia (esposa, hijo e hijas) desde el mismo castillo, ya que vivían en el recinto junto a la torre de la Cruz. Pensaron que el capellán estaba celebrando el conjuro, pero les llamó la atención no oír la campana. Llegaron a procurarse las llaves de la puerta de la torre de la Cruz, comprobando que no había nadie dentro. El escribano aportó la siguiente descripción:

Avia um bulto casi çerca tan grande y del tamaño de un sombrero pequeño de resplandor que casi se beyan las tejas del tejado y que se auian estado mirandolo casi çerca de un quarto de ora y que en el mismo tejado a la esquina que cae hacia la barbacana auia bisto ansimismo vna luz muy pequeña como a manera de luz de vela pero que no rresplandeçia tanto como si fuera luz de vela y que todo esto duraria çerca de dos oras y media.

B) Una vecina que vivía en el "arrabal de las Eras" (en torno a la zona de la actual plaza del Santo) observó desde una ventana de su casa un “grande bulto de resplandor y lumbres muy grandes” que le cegaron la vista. Se hicieron las oportunas comprobaciones para certificar que, efectivamente, desde su casa podía verse la torre (que debía de estar a unos 300 m de distancia).

 

C) Tres vecinos que regresaban del campo observaron el fenómeno desde la hacienda jesuita de Santa Inés (es decir, desde unos 2300 m de distancia), donde tuvieron que pernoctar debido a la tormenta y la crecida del río Argos. Atestiguaron:

...como en toda aquella uilla no pareçia ninguna luz y queen lo alto del chapitel de la dicha torre de la santa bera cruz y que alli avia dos luzes la una de gran resplandor y que la otra estaua haçia la uarbacana y que no resplandeçia tanto y que estas luzes seauian visto patentemente.

Observaciones del 7 de noviembre de 1591:
Rombo amarillo: situación de las luces.
Rombos rojos: observadores en el castillo (A), el “arrabal de las Eras” (B) y la hacienda de Santa Inés (C).
Perímetro en verde: extensión aproximada de la villa de Caravaca (equipamientos, trama urbana y casas solariegas) hasta el siglo XVI (Guerrero, 2020).



Juan de Robles Corbalán narró sucintamente el “milagro” en su libro de 1615, sin reproducir los testimonios, basándose en otra copia del acta original, fechada en Moratalla el 28 de julio de 1594 ante un escribano caravaqueño (Robles, 1615; Libro II Capítulo XII). Martín de Cuenca también trató el caso, señalando como fuente el libro de Robles (Cuenca, 1722; p. 247-248).


Tanto Robles como Cuenca mencionan una cruz conteniendo fragmentos de la Vera Cruz que se hallaba en el castillo-convento de la Orden de Montesa y se sacaba cuando había tormentas (citando el primer a Bleda [1600] y el segundo a Escolano [1611]):

...y si es de noche se ven al rededor della vnas luzes como de Lamparas, y se oyen salir de la misma Cruz vnos zumbidos, como siluos, que podremos conjeturar, que son las palabras con que manda a las tempestades, y furias se repriman, y no ofendan a la tierra. (Robles, 1615; Libro II Capítulo XII)
No obstante, Cuenca va más allá y atribuye las mismas propiedades a la Cruz de Caravaca, que:

...estando en el tejado por tiempo de dos horas y media, despedia desde aquel puesto zumbidos, y como que articulava imperiosas vozes, con que mandava à la tempestad, desocupasse todo el termino...

El mismo autor también afirma:

...guardaronse por muchos años las texas sobre que estuvo la Cruz Soberana, las quales quedaron con muchas gotas de cera que cayeron de las luzes que tenian Angeles, y Serafines alumbrandola en esta ocasion...

Lamentando que dichas tejas ya no se conservaran, después de ser troceadas para hacer reliquias (Cuenca, 1722; pp. 248-249).

 

Si prescindimos de la parafernalia sobrenatural, el suceso se reduce a la observación durante una tormenta de unas luces de pequeño tamaño y moderado brillo, estáticas sobre el chapitel de una torre (donde hoy se levanta el santuario de la Vera Cruz), que se mantuvieron encendidas durante un largo tiempo a pesar de las adversas condiciones meteorológicas. Hay un fenómeno de electricidad atmosférica que encaja a la perfección en esta descripción, el fuego de San Telmo.

 

Esta explicación ya ha sido contemplada en alguna ocasión pero descartada prematuramente por la larga duración del fenómeno observado, que rondaba las dos horas y media. En realidad, existen ejemplos de duraciones similares. El marinero y cronista italiano Antonio Pigafetta, que acompañó a Fernando de Magallanes en su viaje alrededor de la Tierra, menciona en su crónica de la travesía que el "Corpo Santo" o "Santo Elmo" permanecía a la vista más de dos horas. Por poner un ejemplo mucho más reciente, en el observatorio meteorológico del Hoher Sonnblick (Alpes austríacos) se han obtenido fotografías del fuego de San Telmo en diversas ocasiones, registrándose una duración del fenómeno de incluso varias horas.


 

 Fuego de San Telmo fotografiado en el observatorio meteorológico de la montaña Hoher Sonnblick (Austria) en noviembre de 2012 (arriba) y octubre de 2013 (abajo).

 

También se ha sugerido que los fenómenos observados en 1591 pudieron ser manifestaciones del rayo globular (Robles, 2017), aunque con una duración “absolutamente excepcional” que plantearía nuevas incógnitas. Creemos que es innecesario postular este controvertido fenómeno cuando ya existe otro bien conocido capaz de explicar los hechos.

 

Volviendo al fuego de San Telmo, los tamaños sugeridos por el escribano (sombrero pequeño, luz de vela) son compatibles, por ejemplo, con la longitud de 4-6 pulgadas ó más (10-15 cm) que asignaban al fenómeno en los mejores casos registrados en el observatorio meteorológico escocés de Ben Nevis a finales del siglo XIX (Rankin, 1889). 

Lo mismo puede decirse de la intensidad luminosa. Recordemos que la luz más brillante descrita por el escribano “casi” permitía ver las tejas del tejado mientras que la segunda luz no alcanzaba el brillo de una luz de vela, indicaciones ambas de una luminosidad relativamente modesta. En la práctica, el fuego de San Telmo sólo es visible en condiciones nocturnas, con baja iluminación ambiental. En este contexto, llama la atención que las luces le cegaran la vista a una vecina que las observó a mayor distancia, pudiendo tratarse de una exageración. También puede parecer problemático que llegaran a ser observadas desde la hacienda de Santa Inés, a más de dos kilómetros de distancia, pero no hay que olvidar las condiciones de extrema oscuridad (noche sin luna, cielo presumiblemente encapotado y total ausencia de alumbrado artificial –no se veía ninguna otra luz en toda la villa, como atestiguaron los observadores−). 

Por cierto, la descarga de efecto corona del fuego de San Telmo suele estar acompañada de un ruido audible similar a un siseo (Rankin, 1889) o una crepitación. Así que es posible que los “zumbidos como silbos” que supuestamente emitía la cruz de Montesa (no la de Caravaca) al utilizarse para conjurar tempestades, al tiempo que aparecían luces a su alrededor, podrían tener una base real después de todo.

 

 

Fuego de San Telmo en la aguja de la catedral de Notre Dame de París (ilustración publicada en L'atmosphère: météorologie populaire [1888] de C. Flammarion).

Los otros tres casos de fenómenos luminosos asociados a la Cruz de Caravaca sucedieron a principios del siglo XVIII. Los conocemos a través del testimonio en primera persona del propio Martín de Cuenca (1722; pp. 307-308 y 316), que desde 1696 era Capellán Mayor de la Real Capilla de la Santísima Cruz, sita en el castillo de Caravaca. En todos los casos observó las luces desde el "conjuratorio", en compañía de otras personas, mientras procedía a conjurar una tempestad en curso. Otra característica común fue la inmovilidad de las luces a pesar del viento y las precipitaciones.

A continuación resumimos el resto de características de cada caso:

FECHA: “18/9/1705” (madrugada del 19/9/1705)

HORA: "como à la vna de la noche"

DURACIÓN: “tres quartos de hora, que fuè el tiempo que durò la nube”

FENÓMENO: “dos luzes muy hermosas, y resplandecientes”; su resplandor era “como de hachas blancas” [Hacha: vela de cera, grande y gruesa, de forma por lo común de prisma cuadrangular y con cuatro pabilos.]

SITUACIÓN: Una “se puso sobre el tejado que cubre el conjuratorio, al igual de las tejas, y en el ayre desviada de ellas como vn palmo” [unos 20 cm]. “La otra se puso à la otra esquina de dicho tejado, en la misma proporcion”.

FECHA: 30/7/1713

HORA: “como à las ocho de la noche”

DURACIÓN: “mas tiempo de vna hora”

FENÓMENO: “vimos vna gran claridad, y registramos salia de quatro luzes (...) muy blancas, y resplandecientes”

SITUACIÓN: “dos en cada esquina de el tejado que cubre el conjuratorio”; “estaban como à distancia de media vara [unos 40 cm] de dicho tejado, en el ayre”

FECHA: 13/8/1713 (“passados catorce dias” del caso anterior)

HORA: (No se indica)

DURACIÓN: “como por espacio de poco mas de media hora”

FENÓMENO: “otras quatro luzes, que parecian las mismas de la noche antecedente”; “de el mismo tamaño, color , resplandor, y forma que las dichas luzes antecedentes”

SITUACIÓN: “en los mismos sitios” (que las de la noche antecedente)

Hay que añadir que, en el primer caso, se sintió “vna fragrancia mas celestial que humana en todo el conjuratorio, que durò por mas de treinta dias”.

El santuario que hoy conocemos, ubicado donde antes se encontraba la torre de la Vera Cruz, fue inaugurado en 1703, antes de estos sucesos (si bien la portada barroca se culminó décadas más tarde). El Conjuratorio, situado en su parte superior, sería el mismo al que hace referencia Cuenca y aún sigue utilizándose. Por consiguiente, los sucesos habrían sucedido en el mismo lugar que la observación de 1591, pero en un contexto arquitectónico diferente.

 

Santuario de la Vera Cruz de Caravaca (s. XVII): en verde se ha señalado la situación del Conjuratorio y la orientación de sus balcones, coincidiendo aproximadamente con los puntos cardinales.

La primera imagen es una vista aérea parcial de Caravaca mostrando el castillo y el santuario (foto: Sebastien Pigneur). El resto de imágenes muestran diversas vistas del santuario y el Conjuratorio, un estrecho corredor que circunda la cúpula del crucero de la iglesia por el exterior del templo (Google Maps/Street View).

 


 

Rituales de bendición desde el Conjuratorio durante el presente siglo. (Foto superior, foto inferior)

 

Como ha señalado Diego Marín (2017; pp. 103-104), Martín de Cuenca Fernández-Piñero “era un fantasioso que no tuvo inconveniente alguno en recurrir a cualquier fuente que le interesara para apoyar sus fabulaciones”, resultando que la historia que escribió “en lo tocante al pasado de Caravaca se trata de una obra atrasada para su tiempo y que lo único que consiguió fue aumentar la desinformación popular durante varios siglos”. Pero también considera que su obra es “tremendamente valiosa cuando narra las cosas que él vio personalmente o sucesos y tradiciones de su época”.

 

En esta ocasión, Cuenca es bastante austero en el relato y no se prodiga en interpretaciones religiosas. Si a esto unimos que menciona con nombre y apellido a varios de los ilustres testigos que lo acompañaban en los casos de 1713 (su libro se imprimió en 1722, cuando aún no había pasado una década), parece improbable que estas historias fueran pura invención.

 

Igual que ocurría con el suceso de 1591, la explicación del fenómeno como rayo globular (Robles, 2017) no se sostiene, en vista de la multiplicidad de luces, la repetida manifestación en el mismo lugar y, sobre todo, la duración extraordinariamente larga en todos los casos. Por otro lado, también parece poco verosímil que todo se debiera a astros brillantes (estrellas, planetas) observados a través de algunos claros en las nubes, en cuyo caso las distancias al tejado habría que interpretarlas como indicaciones relativas, no absolutas, de la posición de las luces. De todas maneras, desconociendo las direcciones en que se veían éstas (no se indican y ni siquiera se especifica en qué balcón del Conjuratorio se encontraban los observadores) tampoco se pueden hacer las verificaciones astronómicas oportunas.


De nuevo, la explicación más verosímil sería el fuego de San Telmo, resultando coherente su ubicación en las esquinas del tejado, en tanto que elementos puntiagudos o sobresalientes del entorno. No obstante, la separación entre las luces y el tejado −de unos 20 cm ó 40 cm, según el caso− sería un detalle totalmente anómalo.

 

La “fragancia” que supuestamente habría permanecido más de un mes en el Conjuratorio tras la observación de 1705 no es un efecto que pueda relacionarse con el fuego de San Telmo. La descargas en corona en el aire producen ozono y éste tiene un olor característico, pero está lejos de parecer “celestial” y apenas habría perdurado más allá del tiempo en que se produjo el fenómeno.

 

Esperemos que algún día salga a la luz el testimonio de alguno de los otros observadores, para poder contrastar lo expresado por Cuenca y aclarar los detalles más problemáticos del caso.

Para terminar, no podemos dejar de señalar un episodio poco conocido de fuego de San Telmo que tuvo lugar 70 Km. más al norte, en el castillo de las Peñas de San Pedro (Albacete), mucho antes de los sucesos arriba mencionados. Se trata de una observación multitudinaria y atestiguada notarialmente que estuvo en el origen de la devoción a una Santa Cruz para la que se erigió una ermita. La devoción acabó perdiéndose en el siglo XIX dejando atrás una historia de altibajos que incluyó prodigios y curaciones milagrosas (Sánchez, 2006).

A lo largo de la noche del 24 al 25 de mayo de 1517, con tiempo tormentoso, se observó durante horas pero con diversas interrupciones un fenómeno con apariencia de "llamas" (tres o cinco, según la ocasión) en una pequeña cruz de madera a la intemperie. Las mismas "llamas de lumbre" aparecieron en la punta de algunas espadas desenvainadas. Pocas dudas caben de que en este caso se observó el fuego de San Telmo

También se indica que, ya bien entrada la noche, se vio “venir vna estrella hecha lumbre abajandose asta que dio enzima de la Cruz". Esta observación en concreto ha sido relacionada con el rayo globular (Sánchez, 2006; p. 159), pero la información es tan escueta que no permite descartar del todo otras explicaciones (¿meteoro?).

 

REFERENCIAS

 

Tahoces, Clara (1999). Caravaca, ¡Qué Cruz!. Más Allá, nº 127 (septiembre 1999).

 

García Atienza, Juan (1983). Guía de la España mágica. Ediciones Martínez Roca (Barcelona).

 

Robles Corbalán, Juan de (1615). Historia del mysterioso aparecimiento de la Santissima Cruz de Carabaca e innumerables milagros que Dios Nuestro Señor ha obrado y obra por su deuocion. Imprenta de la viuda de Alonso Martín (Madrid).

 

Cuenca Fernández Piñero, Martín de (1722). Historia Sagrada de el compendio de las ocho maravillas del mundo, del non plus ultra dela admiración y del pasmo, de el emporio, donde se hallan los portentos mas singulares: de un lignum-crucis, que se compone de cuatro brazos: de la quintaesencia y mas principales partes del Sacrosanto madero y dulce leño, en quemurió el Rey de los Cielos y de la Tierra, y el segundo Adan, nuestro redentor Jesucristo: de la Santisima Cruz de Caravaca. Imprenta de la viuda de Juan García Infanzón (Madrid).

 

Pozo Martínez, Indalecio (2011). Un manuscrito jesuita del Siglo XVIII sobre la hacienda de Santa Inés(Caravaca). Murgetana, Nº 124, pp. 59-98. Real Academia Alfonso X el Sabio (Murcia).

 

Marín Ruiz de Assín, Diego (2017). Los falsos cronicones en la historiografía murciana de los siglos XVII y XVIII. Murgetana, Nº 136, pp. 85-114. Real Academia Alfonso X el Sabio (Murcia).

Pozo Martínez, Indalecio (2007). A propósito del testimonio de un milagro de la Cruz de Caravaca conservado en la British Library. Revista de las Fiestas de la Cruz, pp. 3-9. Comisión de Festejos de la Cofradía de la Santa Cruz (Caravaca). [Referencia no consultada]

Fernández García, Francisco (2013). 7 de Noviembre de 1591: Misteriosas luces sobre el Castillo de Caravaca. El Noroeste, 10/8/2013 (Caravaca de la Cruz).

 

Robles, Bernardo (2017). Rayos globulares en Caravaca. La Verdad, 28/11/2017 (Murcia).

 

Escolano, Gaspar (1611). Segunda parte de la Decada primera de la historia de la insigne y coronada ciudad y reyno de Valencia. Pedro Patricio Mey (Valencia).

Bleda, Jaime (1600). Quatrocientos milagros y muchas alabanças de la Santa Cruz, con vnos tratados de las cosas mas notables desta diuina señal. Pedro Patricio Mey (Valencia).[Referencia no consultada]

Guerrero Brotons, Javier (2020). Transformaciones urbanas en Caravaca de la Cruz (Murcia): Cien años descuidando su identidad territorial y cultural (1918-2018). Trabajo Fin de Grado en Fundamentos de la Arquitectura. Universitat Politècnica de València (Valencia).

Rankin, Angus (1889). St. Elmo's Fire on Ben Nevis. Nature, vol. 40, pp. 439-440.

Sánchez Ferrer, José (2006). La Santa Cruz del castillo de las Peñas de San Pedro : ensayo sobre una devoción perdida. Instituto de Estudios Albacetenses "Don Juan Manuel" (Albacete).