En esas fechas, era tal el interés de la población por los objetos volantes no identificados, generado por la prensa local con sus publicaciones, que la gente prestaba más atención al cielo con la intención de localizar a esos misteriosos “aparatos” que, presuntamente, sobrevolaban la región con tanta asiduidad. Y claro, cualquier luz en el cielo que al testigo le parecía rara era etiquetada rápidamente por los ufólogos como ovni, explicando lo visto, sin ningún rubor, como nave extraterrestre, y publicando la noticia, resueltamente, en la prensa.
A principios de año surgieron varios casos en Mungía, Bermeo y Bakio, provocados por el planeta Júpiter. Pero el día 16 de abril, domingo, se dio un avistamiento cuya explicación, se podría decir que,
es de libro.
La Gaceta del Norte, diario especializado en este tipo de casos, publicaba el martes 18 de abril de 1978 esta noticia:
Básicamente, la descripción de la observación es la siguiente: Hacia las 22:00 horas, numerosos testigos vieron una potentísima luz amarillenta que estaba inmóvil sobre el Abra (hacia el ONO). El ovni permaneció sobre la zona hasta, aproximadamente, las 22:20 horas. Algunos testigos lo observaron con prismáticos.
La apariencia y el comportamiento del ovni, como se puede apreciar, es similar al aspecto y conducta de un astro. Curiosamente, por esas fechas, y aparentemente por encima del superpuerto bilbaíno, había en el firmamento un planeta muy brillante a punto de ocultarse.
Durante la citada noche de abril, el planeta Venus estaba en el cielo cerca del horizonte y en la misma dirección que el OVNI. A las 22:00 horas, tenía un azimut de 107º (ubicado hacia el ONO), una altura de 6º 47’ y su ocaso aconteció a las 22:46 horas locales, coincidiendo prácticamente con la desaparición del supuesto ovni (teniendo en cuenta, claro, la orografía del horizonte).
Se trata de un caso sencillo y fácil de resolver. Como éste, o parecidos, hay muchos avistamientos en la casuística ufológica (unos más elaborados que otros) pero, por lo visto, para
algunos resultan difíciles de solucionar y lo más cómodo es mantenerlos, contra viento y marea, como inexplicables.