El mundo de la ufología resulta fascinante. En su casuística se pueden encontrar ovnis desde unos centímetros hasta unos cuantos kilómetros de diámetro. Sin ir muy lejos, sobre los cielos de Navarra ya hizo su aparición un descomunal objeto volante no identificado durante la tarde del día 11 de marzo de 1979. Los observadores fueron pilotos de varios aviones comerciales. De El Mundo de los Ovnis, nº 1, 1980, está tomada la siguiente imagen donde puede leerse un relato del “escalofriante encuentro”
Una información más detallada de la observación se puede ver en: Encuentro en Montaña Roja de J.J. Benítez, (los Jet de Plaza & Janés, 238/3, 2ª edición enero de 1997, pp 185-197). El OVNI avistado por los testigos tenía un tamaño monstruoso: ¡casi cuatro kilómetros! Estaba suspendido, a unos 7.000 metros de altura, sobre el pantano de Yesa.
En un primer momento, los observadores lo tomaron por una nube pero pronto desecharon esa explicación. Según los pilotos del DC-9 de AVIACO, Carlos García Bermúdez y Antonio Pérez Fernández (curiosamente, estos pilotos tuvieron, en enero del mismo año, una “rara experiencia” con otra nube): “No. Te repetimos que ‘aquello’ no era una nube. Cualquier formación nubosa, por muy geométrica que sea, presenta deformaciones: jirones, deshilachamientos. Y, sobre todo, no ofrece una sensación de solidez, como aquello.” (Encuentro en Montaña Roja, pp. 187-188)
Como el misterioso ovni no aparecía en el radar del avión ni en el de Control Madrid, ufólogo y testigos llegaron a la conclusión de que “aquello” era metálico (lo lógico sería pensar lo contrario).
La argumentación resulta disparatada, presuponen que el OVNI era metálico y si no aparecía en pantalla era porque "aquello" podía tener un sistema para absorber las señales del radar:
“No es que ‘pudiera ser’. Es que lo era. De lo contrario, la monstruosa masa que formaban aquellos tres ‘discos’ habría aparecido en nuestros radares, en los de Madrid y, por supuesto, en los del Mando de la Defensa Aérea."
“¿Estaba claro, entonces, que el objeto era metálico?
Sí, aunque parecía cubierto por ‘algo’ sumamente extraño”(Pág. 189)
Desde otro DC-9 de la misma compañía, pilotado por Martín Sedó y Pedro Pérez, que había despegado de Pamplona: “Cuando nos encontrábamos por los 15.000 (pies), empecé a ver lo que, desde aquella altura, confundí con una solitaria nube lenticular.” (Pág. 191)
“¿Era metálico?
No, yo no tuve esa sensación. En un principio me pareció una masa gaseosa que envolvía algo.” (Pág. 193)
Las primeras impresiones de los observadores resultaron acertadas. Se trataba de una nube lenticular (altocumulus lenticularis), que al aparecer solitaria en un cielo despejado resultaba llamativa. Este tipo de nube se forma en zonas montañosas, ubicándose entre los 2000/7000 metros de altura y es estacionaria.
Al Norte del pantano de Yesa, muy cerca, está la Sierra de Leyre y hacia el Oeste, la Sierra de Izco. Esa tarde soplaba el viento del NNW. O sea, el escenario idóneo para la formación de una nube lenticular.
Aparte de las apreciaciones de los observadores, subjetivas por cierto ya que los susodichos eran entusiastas de los ovni, los argumentos que esgrime J.J. Benítez para desechar la explicación de la nube son estos:
1.- El “objeto” no fue detectado por los radares de los aviones, Control Madrid y Calatayud (militar).
2.- El supuesto “ovni” se desplazó hacia el SW en contra del viento.
Está claro que si el OVNI era una nube, los radares de Control Madrid y Calatayud no tenían por qué detectarlo. En cuanto al radar meteorológico del avión: “Total, que puse el radar. ¡Y nada! ¿Tampoco como nube? Tampoco. La pantalla no daba señal alguna.” (Pág. 186).
El altocumulus lenticularis tampoco tenía por qué aparecer en la pantalla de abordo. Este tipo de radar no detecta nubes, detecta precipitaciones (lluvia, granizo, nieve). Desde estas líneas, agradezco la inestimable asistencia de Manuel Borraz sobre este y otros puntos.
El comandante Martín Sedó hace referencia a un testimonio que sitúa al “ovni” en otra posición: “...supe que el comandante del ‘Fokker’ que hacía la ruta San Sebastián-Barcelona fue igualmente testigo del OVNI. Él pasó por Pamplona 30 o 45 minutos después que nosotros. Y el objeto estaba sobre la vertical de la provincia de Logroño.” (Pág. 195) El resaltado es mío.
Los pilotos de los dos DC-9 ubicaron al OVNI sobre el pantano de Yesa: “Parecía estático en el mismo centro de la aerovía.”(Pág. 188) “Concretamente en un rumbo 120 y sobre la vertical del pantano de Yesa.” (Pág. 192) “Y se mantenía quieto. Con una sombra que se proyectaba sobre el pantano de Yesa.” (Pág. 193) El resaltado es mío.
Con estos datos, ufólogo y testigos dieron por hecho que el supuesto OVNI estaba sobre el embalse y que se desplazó hacia La Rioja (SW), en contra del viento (?) que soplaba, esa tarde y a 7000 metros de altura, del NNW a unos 35-39 Km/h. (La información del viento está bien, la he comprobado.)
La hora del avistamiento fue: “Salimos de Pamplona hacia las 15.52 horas.” (Pág. 191) Pero en otro momento del relato se dice: “Hacia las 17.10 horas de ese domingo...” (Pág. 186) El resaltado es mío.
Como explico a continuación, no hubo un desplazamiento del misterioso “objeto” hacia el SW sino, un error en la apreciación de la posición del mismo. Si el OVNI, o la nube, proyectaba su sombra sobre el embalse de Yesa, no podía estar en la vertical del citado pantano. El Sol, 45 minutos después de las horas citadas anteriormente, estaba a poca altura del horizonte. A las 17:00 horas (GMT+1) tenía 21º de altura y un azimut de 63º (WSW). A las 18:00 horas, tenía 11º de altura y un azimut de 74º (WSW). Haciendo un sencillo cálculo, la nube-ovni estaría en la vertical de un punto situado, según la hora, entre 18 y 36 kilómetros al WSW del pantano de Yesa. Aproximadamente, por donde lo situaron los pilotos del Fokker.
Éstos dieron, más o menos, la posición real de la nube y Benítez, que dio por sentado que estaba en la vertical del pantano de Yesa, al escuchar la nueva posición interpretó que la nube-ovni se había desplazado desde Yesa hacia el SW.
Por otra parte, resulta llamativo que en una tarde con cielo despejado, nadie, desde tierra, viese tan enorme OVNI (claro, si era una nube...). Con casi 4 kilómetros de diámetro sería visible, por lo menos, en un radio de 100 kilómetros.