Como
ya es bien sabido, el mito de los "platillos volantes" nació en
Estados Unidos el 24 de junio de 1947, con la famosa observación del piloto
civil Kenneth Arnold, y fue extendiéndose rápidamente por el resto del mundo.
La nueva moda llegó a nuestro país a principios del año 1950. Se dieron algunos
casos aislados antes pero en dicho año el fenómeno se consolidó en España con
una intensa oleada de observaciones gracias, sobre todo, a la prensa que por
una parte publicaba presurosamente cualquier rumor que oía sobre los "platillos
volantes" y por otra se mofaba de los mismos.
Anuncio publicado por la Hoja del Lunes de
Madrid el 27 de marzo de 1950. A finales de enero del citado año comenzaron a
publicarse algunas reseñas de avistamientos, de los prodigiosos artefactos, sobre
la piel de toro y en marzo se dispararon las observaciones comenzando una
oleada de noticias de prensa que duraría hasta finales de mayo.
Durante
esta insólita "invasión" se produjeron los primeros aterrizajes de
los "platillos" en nuestro país. Uno de ellos aconteció en Legazpia
(Gipúzkoa) el 26 de marzo. La noticia se publicó en El Diario Vasco el 2 de abril de 1950, pág. 3.
La
nota de prensa finalizaba con esta esclarecedora frase: A ver si, en fin de cuentas, va a resultar todo un puro cuento.
A
finales de marzo o primeros de abril se produjo otro aterrizaje de un
"platillo volante", de las misma características que el anterior, en
Oreitia (Álava). La noticia la publicó El
Pensamiento Alavés el 6 de abril de 1950.
Como
habrán observado los lectores, ésta reseña es una copia exacta de la anterior.
O sea, una invención del rotativo donostiarra copiada y publicada por su
homólogo vitoriano. Hace ya bastantes años pude hablar por teléfono con uno de
los "observadores" del caso de Legazpia que me confirmó que la visión
del "platillo volante" fue una broma periodística.
Con
estos recortes de periódicos he querido mostrar un poco como fue recibida la
moda de los "platillos volantes" por la prensa española que, además
de bromear con el tema, publicaba cualquier historia sin contrastar su
veracidad y a veces, directamente se la inventaba.