La revista Año Cero del mes de agosto publica un reportaje sobre ovnis, firmado por M. Requejo y M. Pedrero, titulado: OVNIS: terror en la carretera. En el citado artículo recogen una serie de avistamientos, producidos en las carreteras españolas, que, en mí opinión, merecerían un examen más detallado y sosegado para llegar a una conclusión más clara.
De las diversas observaciones escogidas por los citados autores, me llama la atención la inclusión del caso de Benalmadena (Málaga), acaecido el día 12 de agosto de 1996. La historia que se relata es, a mí juicio, tan peculiar que me sorprende que todavía se la siga considerando como un suceso extraño. El incidente también aparece, por increíble que parezca, en el catálogo de humanoides (caso nº 133) de Albert Rosales.
Como no encuentro en Internet un relato de la historia, hago un breve resumen de la misma. La noche del día 12 de agosto, J.R. Barrio, que se encontraba de vacaciones en la Costa del Sol, se dirigía hacia la ciudad mencionada anteriormente cuando se dio cuenta de que una luz le perseguía. La persecución duró varios kilómetros hasta que el ovni se le echó encima: “Entonces aquella nave se puso sobre mí vehículo y vi un montón de pequeñas esferas brillantes a mí alrededor. Una de ellas atravesó el cristal y entró en el automóvil. Pasó a unos quince o veinte centímetros de mí cara.”
Como el testigo llegó a Benalmadena hacia las cinco de la mañana, sugiere a los autores del artículo lo siguiente: “...lo que significa que durante varias horas existe un vacío en su memoria.”
Además, M. Pedrero en Contacto (Madrid, 2004), donde relata este mismo caso, se pregunta: “¿Sufrió Juan Ramón Barrio un episodio de abducción, es decir, un secuestro por parte de seres de otros mundos?” (Pág. 43)
A la mañana siguiente, Barrio descubrió en la carrocería del coche unas manchas que parecían hechas con cuatro dedos.
Pero resulta que este incidente ya lo contó M. Carballal en el año 1997. En Año Cero, año VIII, nº 07, publicó un articulo, Cazadores de ovnis, donde relata la historia. En dicha narración se dice lo mismo y aporta algunos datos más sobre el suceso. Según Carballal, el testigo se dirigía de Málaga a Benalmadena, comenzó a ver la luz hacia las nueve de la noche y llegó hacia las cinco de la mañana al hotel, ubicado en esta última ciudad. El autor del artículo escribe: “Permanecen escondidas en algún lugar de su memoria varias horas de tiempo, perdido inmediatamente después del insólito incidente, durante las cuales no supo dónde estuvo ni qué es lo que le pasó...”
A la mañana siguiente, J.R. Barrio fotografió las manchas del coche y cuando reveló la película: “...en una de las fotos se adivina, en el asiento que está detrás del conductor, una especie de cabeza grande con ojos almendrados.”
A continuación pongo un vídeo donde se muestra la versión del caso según el testigo. La grabación se emitió en Telecinco, en Expedientes X españoles, el 20 de agosto de 1998.
De las diversas observaciones escogidas por los citados autores, me llama la atención la inclusión del caso de Benalmadena (Málaga), acaecido el día 12 de agosto de 1996. La historia que se relata es, a mí juicio, tan peculiar que me sorprende que todavía se la siga considerando como un suceso extraño. El incidente también aparece, por increíble que parezca, en el catálogo de humanoides (caso nº 133) de Albert Rosales.
Como no encuentro en Internet un relato de la historia, hago un breve resumen de la misma. La noche del día 12 de agosto, J.R. Barrio, que se encontraba de vacaciones en la Costa del Sol, se dirigía hacia la ciudad mencionada anteriormente cuando se dio cuenta de que una luz le perseguía. La persecución duró varios kilómetros hasta que el ovni se le echó encima: “Entonces aquella nave se puso sobre mí vehículo y vi un montón de pequeñas esferas brillantes a mí alrededor. Una de ellas atravesó el cristal y entró en el automóvil. Pasó a unos quince o veinte centímetros de mí cara.”
Como el testigo llegó a Benalmadena hacia las cinco de la mañana, sugiere a los autores del artículo lo siguiente: “...lo que significa que durante varias horas existe un vacío en su memoria.”
Además, M. Pedrero en Contacto (Madrid, 2004), donde relata este mismo caso, se pregunta: “¿Sufrió Juan Ramón Barrio un episodio de abducción, es decir, un secuestro por parte de seres de otros mundos?” (Pág. 43)
A la mañana siguiente, Barrio descubrió en la carrocería del coche unas manchas que parecían hechas con cuatro dedos.
Pero resulta que este incidente ya lo contó M. Carballal en el año 1997. En Año Cero, año VIII, nº 07, publicó un articulo, Cazadores de ovnis, donde relata la historia. En dicha narración se dice lo mismo y aporta algunos datos más sobre el suceso. Según Carballal, el testigo se dirigía de Málaga a Benalmadena, comenzó a ver la luz hacia las nueve de la noche y llegó hacia las cinco de la mañana al hotel, ubicado en esta última ciudad. El autor del artículo escribe: “Permanecen escondidas en algún lugar de su memoria varias horas de tiempo, perdido inmediatamente después del insólito incidente, durante las cuales no supo dónde estuvo ni qué es lo que le pasó...”
A la mañana siguiente, J.R. Barrio fotografió las manchas del coche y cuando reveló la película: “...en una de las fotos se adivina, en el asiento que está detrás del conductor, una especie de cabeza grande con ojos almendrados.”
A continuación pongo un vídeo donde se muestra la versión del caso según el testigo. La grabación se emitió en Telecinco, en Expedientes X españoles, el 20 de agosto de 1998.
Según esta versión, el testigo se dirigía de Marbella a Benalmadena y la persecución y el acoso del ovni duró cincuenta minutos. Al parecer, y según se desprende de las imágenes, Barrio llegó al hotel a las 23:00 horas y no se menciona ningún tiempo perdido ni una posible abducción.
Pero todavía hay más. Como habrán podido ver los lectores en el susodicho vídeo, el testigo filmó un ovni el día 12 de agosto de 1996, a las 5:08 de la mañana. Grabación que, por cierto, se les olvidó mencionar a los autores de los dos artículos referidos más arriba.
Y para liar un poco más el incidente, resulta que en Enigmas año II nº 10 (1996), informando sobre este caso, se dice: “...el 11 de agosto, el político volvió a filmar el mismo objeto y días más tarde, un platillo volante, esta vez con muchas luces de colores, se situó sobre su coche.” (Pág. 6) (el resaltado es mío)
Aparte del galimatías de lugares, fechas y horas, que por lo visto suele ser frecuente en este tipo de encuestas, lo cierto es que en los anocheceres de esos días de agosto, el planeta Júpiter se encontraba en el cielo a poca altura sobre el horizonte y hacia el SSE. No hay datos suficientes para confirmarlo pero posiblemente, el citado astro es el ovni que “persiguió” a Barrio y la “estrella” que vio el conserje del hotel.
¿Y del resto de la aventura, que los autores citados al principio insinúan que puede tratarse de una abducción? Las pruebas que se presentan son las fotografías de unas manchas de dedos en la chapa de un coche y de una supuesta cara humanoide.
Las manchas hablan por sí solas. Sólo por curiosidad, ¿se tomaron muestras de las huellas para descartar una mano terrestre? Sobre la cara humanoide que algunos creen ver en la foto, pues es lo mismo que cuando miramos a las nubes y vemos caras. O sea, nada del otro mundo.
Y por último, quedan esas impresionantes imágenes, según el presentador de Expedientes X españoles, que grabó J.R. Barrio a las 5:08 de la mañana del día 12 de agosto. ¿A que les suena las citadas tomas? Es la típica grabación vídeo de un astro brillante. Casualmente, esa mañana Venus asomaba por el horizonte ENE. A las 5:08 horas locales, tenía una elevación de unos 11º y era visible a poca altura. Coincidiendo con la del ovni que, como se aprecia en el vídeo, se ve próximo a las casas.
En definitiva, si realmente hubo una perdida de tiempo, asunto que habría que documentar, pudieron ocurrir muchas otras cosas antes que una abducción. Por otra parte, resulta curioso que unos estudiosos experimentados mantengan todavía este caso, aparentemente, como insólito cuando tiene, como hemos visto, bastantes elementos dudosos y otros perfectamente explicables.