El avistamiento, como veremos, tiene todos los elementos clásicos de una “persecución” lunar. Sospechando la participación de nuestro satélite en el incidente, he comprobado las posiciones del astro (a las 22:00 horas locales) durante el mes de noviembre del citado año y he localizado una noche donde la Luna se encontraba en la ubicación oportuna para provocar la confusión. Ese día es el: ¡18 de noviembre!
El cielo mirando hacia WSW a las 22:00 horas
En mi opinión, esa fecha es la más probable del avistamiento puesto que nuestro satélite se encontraba cerca de la fase de cuarto creciente, a poca altura del horizonte y en la dirección señalada por los observadores.
A las 22:00 horas (GMT+1) del 18 de noviembre de 1993, nuestro satélite tenía un azimut de 60º 53’ (ubicado hacia el WSW) y una altura sobre el horizonte de 8º 30’. El ocaso del astro se produjo a las 22:56 horas. Como se puede comprobar en el mapa de la zona, la Luna estaba situada a la izquierda de los observadores.
Azimut de la Luna al inicio y final de la observación
Éstos se dirigían en coche, por la autonómica 110, hacia Valencia de Alcántara. A unos dos kilómetros de San Vicente de Alcántara, a la hora indicada anteriormente, el conductor observó: “...a muy baja altura, una estrella situada a su lado izquierdo.” (Huellas de otra realidad, pág. 97).
El acompañante: “...tras inclinar su cuerpo todo lo que pudo para ver por la ventanilla de Mariano, observó algo extraordinario.
--¡Joder, si eso no es una estrella! ¿Cómo va a ser una estrella si va pegado al suelo y es enorme? (pág. 97).
El conductor, cuando tuvo oportunidad de mirar, vio lo siguiente: “Allí descubrió una luz anaranjada, nebulosa, tenue, que cerca del suelo, como a unos seiscientos metros de él, se desplazaba en el mismo sentido que su vehículo.” (pág. 98).
El insólito fenómeno les acompañó durante todo el trayecto de vuelta a casa: “Aquel chisme parecía estar atado a nosotros, porque hacía lo mismo que nuestro coche –me comentaba Antonio-. Cambios de velocidad, giros en las curvas, desniveles del terreno, todos, absolutamente todos los movimientos que realizaba el Ford los efectuaba él, pero no con un cierto retraso, esto es lo más extraño, sino exactamente al mismo tiempo. Parecía unido a nosotros.” (pág. 98).
El acompañante pudo fijarse en más detalles: “Afirma que volaba a unos ocho metros del terreno, tenía forma de zeppelín con una longitud aproximada de 15 ó 20 metros. Parecía estar formado en su mayor parte por una especie de materia gaseosa, “como niebla”, según lo definía el de Valencia de Alcántara. En su base pudo apreciar con nitidez un cuerpo también ovalado, pero este de clara naturaleza sólida.” (pág. 98)
Aspecto de la Luna el 18-11-1993
Cuando llegaron al cruce con la Nacional 521, el ovni se colocó frente al automóvil: “...el ovni abandonó la actitud de realizar nuestros mismos movimientos y se elevó colocándose delante del coche, pero seguíamos él y nosotros en movimiento.” (pág. 100)
Los testigos circulaban en ese momento por una gran recta y se cruzaron con una moto: “Entonces, aquel “chisme” pareció advertir la presencia del motorista y se elevó, sin ningún ruido, alejándose...” (pág. 100)
“El objeto no se marchó, permaneció estático frente a ellos sobre una ermita que se mantiene iluminada toda la noche. Mientras, los testigos lo observaban desde fuera de sus coches. Transcurridos unos diez minutos, el ovni se puso de nuevo en movimiento, perdiéndose en la lejanía, en dirección a Portugal.” (pág. 100. El resaltado en negrita es mío).
En principio, la experiencia puede parecer una asombrosa persecución por parte de un extraño objeto volador. Sin embargo, como hemos visto, en el relato de la observación aparecen los componentes típicos de una confusión con la Luna. Resaltados en negrita podemos ver los más evidentes. Al inicio del avistamiento, los testigos ven el ovni hacia su izquierda (la Luna se encontraba, el día 18, a la izquierda de los observadores: WSW). El “insólito” objeto les acompaña hasta el cruce con la N-521, imitando sus movimientos (paralaje del movimiento). Se producen, también, los clásicos errores de percepción de distancias y tamaños.
Al llegar al citado cruce con la N-521 el “ovni” se sitúa delante de los testigos. Como se puede apreciar en el mapa, desde el citado cruce hasta Valencia de Alcántara la carretera tiene una orientación aproximada de NE-SW, coincidente con el azimut de nuestro satélite. Por lo tanto, en ese tramo, tenían a la Luna delante de ellos y sobre la carretera.
La casual aparición de un motorista en sentido contrario, que coincidió con la aparente elevación del “ovni”, es interpretada por el autor del libro como algo extraño: “Algo me dice que este motorista que apareció de la nada, en pleno tramo recto, es “mucho” motorista. Existen nuevas vías de averiguación que iniciar, serios indicios para interrogarse acerca de la verdadera naturaleza de este “espantaovnis”. De momento he de dejarlo en este punto. La investigación continúa.” (Pág. 101)
También, se menciona cierta desorientación de los testigos en parte del trayecto. Hay que decir que los observadores estaban muy alterados: “El ambiente en el interior del automóvil ya era muy tenso, al borde de la histeria...” “...El pánico se adueñó de aquellos dos hombres que ya hablaban con gritos...” (pág. 99). En esas condiciones es muy fácil perder la orientación y no saber cuanto falta para llegar al destino.
El “ovni” desapareció en dirección a Portugal. Como se puede comprobar en el mapa, el azimut de la Luna apunta hacia el citado país.
Este es otro caso más para incluir en la larga lista de confusiones con nuestro satélite natural. En esta ocasión, la falta del día de la observación no ha sido un obstáculo serio a la hora de explicarlo ya que, los numerosos elementos descriptivos que contiene el relato revelan claramente la naturaleza real de lo observado.
1 comentario:
Seguramente el ovni era la Luna. Pero no creo que el autor del libro sea capaz de admitirlo, pues supondría reconocer que ha metido la pata en plan serio. Un saludo.
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