Cuando un fenómeno celeste resulta llamativo o espectacular y además presenta, aparentemente, alguna rareza o diferencia con lo que se suele pensar que es lo normal, tiene todas las papeletas para ser incorporado a los listados de ovnis inexplicables.
Eso ha ocurrido con un bólido visto en Madrid en la noche del viernes, 16 de octubre de 1903. La llamativa observación suele ser descrita en libros, más bien poco críticos, sobre ovnis como una aparición aérea misteriosa. Por ejemplo, en el libro de Iker Jiménez: Encuentros la historia de los O.V.N.I. en España (Madrid, mayo 2000) y en la sección: Ovnis antes de los ovnis, aparece incluido el caso que, según el citado autor, dejó miles de claves que todavía nadie ha podido responder.
De una monografía del Centro de Estudios Interplanetarios, Casuística de los años 1900 a 1949 (Barcelona, noviembre de 1996), he obtenido el siguiente relato del avistamiento:
Esa misma narración fue publicada por el señor Jiménez en su mencionada obra y, por lo visto, la extrañeza que presentaba el fenómeno, que le ha convertido en un ovni visto antes de 1947, es (además de las diferencias que exhibía con las estrellas fugaces) su proximidad al suelo y su desaparición instantánea. Esto es lo que escribe el divulgador de “misterios”: “La proximidad al suelo y su repentina desaparición dejaron en el aire miles de claves que, casi un siglo después, nadie puede responder.” (Pág. 340) (El resaltado es mío)
Por lo general, la estimación a “ojo” de la altura a la que aparece un bólido suele ser errónea. Cuando el meteoro es muy brillante y espectacular, suele dar la impresión de estar mucho más bajo de lo que en realidad está. Sobre la desaparición instantánea no hay ningún misterio. Las estrellas fugaces y los bólidos se esfuman de repente.
En la prensa de la época podemos leer cuáles fueron las diferencias que este meteoro luminoso tenía con las estrellas fugaces: “Pero el fenómeno que anteanoche entre diez y cuarto y once y cuarto se observó en Madrid, fue en su aspecto muy diferente que el que las estrellas fugaces ordinariamente presentan...”
“¿Cómo explicar, entonces, que el meteoro de anteanoche describiese en el firmamento hacia la derecha de la estrella polar, una curva como un espira ó trozo de hélice?
De una monografía del Centro de Estudios Interplanetarios, Casuística de los años 1900 a 1949 (Barcelona, noviembre de 1996), he obtenido el siguiente relato del avistamiento:
Esa misma narración fue publicada por el señor Jiménez en su mencionada obra y, por lo visto, la extrañeza que presentaba el fenómeno, que le ha convertido en un ovni visto antes de 1947, es (además de las diferencias que exhibía con las estrellas fugaces) su proximidad al suelo y su desaparición instantánea. Esto es lo que escribe el divulgador de “misterios”: “La proximidad al suelo y su repentina desaparición dejaron en el aire miles de claves que, casi un siglo después, nadie puede responder.” (Pág. 340) (El resaltado es mío)
Por lo general, la estimación a “ojo” de la altura a la que aparece un bólido suele ser errónea. Cuando el meteoro es muy brillante y espectacular, suele dar la impresión de estar mucho más bajo de lo que en realidad está. Sobre la desaparición instantánea no hay ningún misterio. Las estrellas fugaces y los bólidos se esfuman de repente.
En la prensa de la época podemos leer cuáles fueron las diferencias que este meteoro luminoso tenía con las estrellas fugaces: “Pero el fenómeno que anteanoche entre diez y cuarto y once y cuarto se observó en Madrid, fue en su aspecto muy diferente que el que las estrellas fugaces ordinariamente presentan...”
“¿Cómo explicar, entonces, que el meteoro de anteanoche describiese en el firmamento hacia la derecha de la estrella polar, una curva como un espira ó trozo de hélice?
¿Cómo explicar también que la estela luminosa que marcó su trayectoria, en lugar de ser casi instantánea, permaneciese visible por más de una hora?” (El Imparcial, domingo 18 de octubre de 1903)
Se han descrito meteoros con trayectorias curvas, sinuosas, onduladas y espirales. Las trayectorias curvas suelen ser las más comunes. Las sinuosas, onduladas y espirales son debidas a efectos de perspectiva y a ilusiones ópticas.
La persistencia de las estelas de los bólidos, por lo general suele ser de pocos segundos pero hay casos en los que éstas duran algunos minutos, a veces media hora y, en ocasiones, hasta más de una hora.
Por lo tanto, el bólido de Madrid, aparecido en 1903, no tiene nada de misterioso y no se trató de un OVNI, como algunos creen. Pero eso sí, fue un fenómeno celeste muy llamativo y espectacular.
Se han descrito meteoros con trayectorias curvas, sinuosas, onduladas y espirales. Las trayectorias curvas suelen ser las más comunes. Las sinuosas, onduladas y espirales son debidas a efectos de perspectiva y a ilusiones ópticas.
La persistencia de las estelas de los bólidos, por lo general suele ser de pocos segundos pero hay casos en los que éstas duran algunos minutos, a veces media hora y, en ocasiones, hasta más de una hora.
Por lo tanto, el bólido de Madrid, aparecido en 1903, no tiene nada de misterioso y no se trató de un OVNI, como algunos creen. Pero eso sí, fue un fenómeno celeste muy llamativo y espectacular.
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