V.J. Ballester Olmos & J.C. Victorio Uranga
En
marzo de 1990, el primer autor supo del incidente a través de Joan Plana
Crivillén, del CEI de Barcelona, quien a su vez había sido informado por Eusebio
González, del grupo CICO (Centro investigador de casuística OVNI) de
Torrelavega, Cantabria, dos meses antes. El testigo, J.S.O., conoció a un
miembro de dicha asociación en un grupo de amigos a quienes les había contado
el avistamiento que había protagonizado. A partir de ese momento, González y
sus colaboradores realizaron varias entrevistas para recabar todos los datos de la observación.
En aquel momento, los hechos ocurridos a la 1:30 del 7 de julio de
1986, en Páramo de Masa, Burgos, eran los siguientes, según se habían narrado:
un grupo de entre treinta y cuarenta soldados, junto con sus correspondientes mandos,
pertenecientes al Ejército de Tierra, con destino en la Capitanía General de
Burgos, se encontraba realizando unos ejercicios nocturnos en el campo. Repentinamente
observaron, a unos 100 metros de distancia, un objeto de forma lenticular de un
tamaño inmenso (unos 300 metros) que se
hallaba a baja altura o quizá posado en el suelo.
Alertado
por la presencia de los militares, el objeto empezó entonces a elevarse
lentamente en vertical y, al tomar altura, fue apareciendo por su parte
inferior un gran haz luminoso dirigido al suelo, que tenía forma cónica (o vertical,
en otra versión del testigo). El objeto era luminoso blanco y en cada extremo
tenía una luz de color rojo (en otra versión indica que las dos luces rojas
estaban casi en el centro del objeto). El haz que desprendía era de color
blanco neón, continuo, sin variaciones y no efectuó movimientos laterales.
Al
parecer, el haz fue visto durante medio minuto y el objeto durante cinco o seis
minutos. El objeto desapareció por el horizonte. Como hacía bastante viento, el soldado-testigo informante no está seguro de si
se escuchó un sonido similar a un zumbido.
Ante
la visión del fenómeno algunos soldados quedaron muy impresionados, otros
tuvieron miedo y el resto mostró incredulidad.
Según
contó el testigo, un sargento llamado Higueras tomó nota del suceso y
posteriormente le enseñó un archivo oficial que contenía informes de
acontecimientos similares. Dicho archivo se hallaba en la Sección de Archivos
Históricos de la Capitanía General de la Quinta Región Militar Pirenaica
Occidental, con sede en Burgos.
Uno
de los autores (VJBO) se especializaba entonces en el estudio de los informes
OVNI de procedencia militar y había realizado varios trabajos sobre
avistamientos de supuestos “aterrizajes” de OVNIS1, por lo que este
suceso era doblemente interesante. Primeramente, mandamos formularios
específicos al CICO para conseguir más datos del testigo. A la par, el 21 de
mayo de 1990 le escribimos directamente a su domicilio familiar en un pueblo de
Cantabria. En octubre lo hicimos a su casa de una localidad madrileña. Nunca
hubo respuesta, lo que nos causó gran perplejidad habida cuenta que hasta el
momento había sido más que parlanchín.
Entretanto,
seguíamos nuestra correspondencia con González, del CICO, para ampliar
información. Además, solicitamos que interviniera el historiador y veterano
ufólogo José Antonio Cezón, quien con las pistas que le facilitamos localizó y
entrevistó al joven testigo, entonces Vigilante Jurado en Prosegur prestando
sus servicios en el aeropuerto de Barajas. Escribe Cezón2:
Al mencionar la palabra clave…Páramo de Masa…casi inmediatamente me ha dicho que tiene prohibido hablar del tema, por dos razones:1ª Por trabajar en Aviación Civil2ª Por la estabilidad psíquica que se supone a un guarda jurado
El
testigo le hizo a Cezón varias manifestaciones: que perteneció a un Cuerpo que
nunca hacía marchas y menos nocturnas; que hubo investigación oficial y que a
todo el grupo les ordenaron decir que aquella noche habían estado en sus
barracones; que tuvo la impresión de que sus jefes ya
esperaban la presencia del fenómeno; y que había muchos testigos más, de alguno
de los cuales conservaba sus direcciones.
Procedía
entonces hacer las comprobaciones de rigor. Plana, con quien durante la década
de los noventa el primer autor realizaba investigaciones sobre presuntas
observaciones OVNI por personal de los ejércitos3, escribió al jefe de la Sección de Archivos de la
Capitanía General de la Región Militar Pirenaica Occidental. El 21 de noviembre
de 1991, el General Fernando Martínez Valín respondía así:
…le comunico que en el Cuartel General no se dispone de archivos relacionados con el tema OVNI, y por ello no es posible atender el resto de las peticiones que efectuaba en la citada carta.
No
satisfecho con esta respuesta, Plana se dirigió ahora a la jefatura del Estado
Mayor del Ejército de Tierra, en Madrid, de donde obtuvo contestación del Teniente General Ramón Porgueres
Hernández, jefe del EM del ET, quien tras acusar recibo de su carta relativa al
tema OVNI, añadía:
…sobre el particular le comunico que en la Región Pirenaica Occidental no existe información alguna sobre dicha casuística.
Ya
hemos escrito antes que una respuesta oficial, debidamente firmada, es un
documento administrativo vinculante y si contiene, como en este caso, una
respuesta no ambigua, es singularmente cierta. Por ello, si hay que dudar de
alguien, sería de las afirmaciones del testigo acerca de haber visto unos
supuestos archivos oficiales. En el mejor de los casos, ¿no serían más bien papeles
particulares del suboficial antes citado, aficionado
a los OVNIS?
Ya bien entrado 1992, proseguíamos nuestra correspondencia con
Eusebio González, del CICO, quien ya apuntaba varias contradicciones en el testimonio de su informador.
Este
resulta un informe OVNI característico. Alguien cuenta algo extraordinario y no
hay más pruebas que su palabra. Puede haber incluso mucha información (muchos
detalles) pero que no se pueden comprobar ni, por
otra parte, refutar. O sea, un caso de platillo volante aterrizado en Burgos
delante de un destacamento militar. Así queda para siempre, formando
parte del acervo de casuística que avala la realidad del fenómeno OVNI.
Pero,
lo cierto y verdad, es que hay algunos elementos que llaman la atención y crean
dudas sobre la veracidad del caso (además de la negativa oficial de los
archivos OVNI del ET, cuya existencia se basa en el testimonio del testigo).
La
zona del supuesto avistamiento es un verdadero desierto. Con una extensión de más
de 160 km2, en 1970 el municipio de Masa tenía apenas 127 habitantes.
Ideal para no haber testigos externos que pudieran corroborar lo
sucedido. Imprecisión, además, en la
localización del punto del “encuentro”.
De
los supuestos numerosos soldados y oficiales que vieron el OVNI cerca del
suelo, nadie jamás ha salido a la palestra a confirmar los hechos. Solo se
dispone de la versión de J.S.O.
No
hay ningún dato del avistamiento (relato, cuestionarios, etc.) que venga directamente
del testigo. Toda la información se conoció a través
del mencionado grupo CICO. Por alguna razón de peso, halló excusas para no
proseguir con ese relato en los años posteriores.
Destinado en la Capitanía General de Burgos, era un destino cuyo
personal no realiza maniobras ni marchas nocturnas y menos en un mes de
vacaciones.
Hay un dato especialmente crítico, sin embargo, que hemos averiguado
ahora y que parece poner en entredicho esta historia. En uno de los
cuestionarios se dice que, cuando el testigo observó el OVNI tenía a su espalda
a la Luna. A la 1:30 del día 7 de julio de 1986, momento de la supuesta observación,
no había Luna. Cuando el citado
astro se ocultó, ese día, a las 21:53 horas, todavía no había oscurecido.
Estos datos poco claros y contradictorios nos hicieron pensar en
una broma de J.S.O. que se le fue de las manos. En este sentido, recordamos la
alternativa planteada en su día por Cezón: “Un testigo bromista que ha jugado a
tomarle el pelo al grupo de Cantabria y no quiere reconocerlo”.5 En
uno de los libros del primer autor se instaba a reinvestigar los casos no
resueltos una vez que transcurrieran muchos años, por las oportunidades que eso
conlleva en varios aspectos.6 Eso nos espoleó a “revisitar” este
episodio inconcluso.
Y, para ello, nada mejor que ir directos al responsable de todo:
J.S.O. Dado que conocíamos su nombre completo, las Páginas Blancas nos dieron
su dirección. Y en octubre de 2019 -treinta años después de los sucesos- le
escribimos una carta, avanzándoles nuestro propósito de estudiar los hechos
narrados en 1990. Pocos días después, recibimos este correo electrónico:
En relación con la misiva que he recibido, solo constatar que como ustedes presuponen, fue un error de juventud por mi parte. Siento mucho las molestias causadas a su grupo, y por mi parte los animo a seguir con su proyecto. Espero sepan perdonar mi temeridad.
Asunto resuelto. Una confesión diáfana. En posterior intercambio
de mails, agregó la razón última para ello:
Quizás fue el encajar o no sentirse desplazado lo que me llevó a contar dicha historia, no con intención de reírme de ellos, ni mucho menos, ya que yo también creo que no estamos solos. Pero, ya se sabe, la bola va creciendo y no sabes cómo salir.¿Podemos aprender algo de este acontecimiento? En nuestra opinión, ello debería hacer reflexionar a más de uno que cree que la encuesta ufológica consiste en tomar nota de lo que la gente le cuenta, sin ponerlo en tela de juicio7-11. No. La verdadera investigación de campo pasa por considerar críticamente los relatos que oímos y establecer, lo más objetivamente posible, las causas que los provocan. Otra cosa sería querer creer. O, peor, necesitar creer.
REFERENCIAS
(1)
Vicente-Juan Ballester Olmos y Juan Antonio Fernández Peris, Enciclopedia de
los encuentros cercanos con OVNIS, Plaza & Janes (Barcelona), 1987.
(2)
José Antonio Cezón Alonso, comunicación personal a V.J. Ballester Olmos, 9 de
septiembre de 1991.
(3)
Vicente-Juan Ballester Olmos, “Los archivos OVNI militares son ya de dominio
público”, Cuadernos de Ufología (II), Núm. 16-17, 1994, páginas 5-13, https://tinyurl.com/y74k3do4
(4)
Vicente-Juan Ballester Olmos, “Morón, sensacionalismo y respuestas oficiales”, septiembre
de 2001, http://www.webcitation.org/6mmRSNxXQ
(5)
José Antonio Cezón Alonso, comunicación personal a V.J. Ballester Olmos, 17 de
febrero de 1992.
(6)
Vicente-Juan Ballester Olmos y Miguel Guasp, “Las contraencuestas de casos
antiguos”, en Los OVNIS y la Ciencia, Plaza & Janés, 1989, páginas
175-180.
(7)
Juan Carlos Victorio Uranga, “¿Qué fue del ovni de Barbate?”, http://misteriosdelaire.blogspot.com/2017/08/que-fue-del-ovni-de-barbate.html
(8)
Juan Carlos Victorio Uranga, “Sobre el "platillo volante" visto y
fotografiado en Castejón”,
(9)
Juan Carlos Victorio Uranga, “Una historia increíble de OVNI gigante”, http://misteriosdelaire.blogspot.com/2013/02/una-historia-increible-de-ovni-gigante.html
(10)
Juan Carlos Victorio Uranga, “¿Un robot extraterrestre en Burgos?”,
(11)
Juan Carlos Victorio Uranga, “Un agricultor vasco a punto de descifrar el
misterio de los "platillos volantes", http://misteriosdelaire.blogspot.com/2006/12/un-agricultor-vasco-punto-de-descifrar.html
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